Los recuerdos suelen contarte mentiras", dice Serrat en una canción. La idea poética del catalán parece ajustarse a lo que la ficción propone literalmente en este filme. A pesar de que se trata de una remake de un filme estrenado hace 22 años (dirigido por Paul Verhoeven y con Arnold Schwarzennegger como protagonista), no vale la pena trazar paralelos entre las dos realizaciones. Sí, tal vez, reflexionar acerca de las posibilidades que ofrecía la novela de Phlip K. Dick sobre la que se basa el argumento: la idea de que pueden implantarse recuerdos ficticios en el cerebro (y que este servicio lo presta una empresa privada) abre una serie de posibilidades interesantes a partir de que el "implantado" comienza a dudar de qué es real y qué no en su nueva existencia. Es lo que le ocurre al protagonista de la historia, un trabajador de una línea de montaje de sofisticados robots que no pretende otra cosa que vivir una experiencia apasionante. Algo sale mal durante el proceso y el hombre se encuentra en una situación inesperada; pero lo más sorprendente (aún para él) es su reacción, que se compara con la del más eficiente agente secreto. Allí comenzarán las persecuciones, los tiroteos y las explosiones mientras el protagonista trata de entender qué es lo que ocurre, quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos, porque se destapa una trama de conflictos políticos, tácticas de espionaje y de infiltración, traiciones y lealtades. El director Len Wiseman prefiere colocar su película en la vertiente de la acción y de la adrenalina antes que hacerla girar sobre el planteo de problemas filosóficos acerca de la realidad o de la verdad. Debe decirse que lo hace con recursos muy genuinos y con escenas de gran impacto visual. La recreación del mundo futuro (la zona gris donde trabajan los obreros y el contraste con el territorio en el que viven los poderosos) resulta muy interesante, con obvias referencias a las calles lluviosas con mayoría de población asiática y grandes carteles electrónicos de publicidad de "Blade Runner" (otro filme sobre una novela de Dick).
Farrell resuelve satisfactoriamente su personaje, un hombre que no termina de entender dónde está parado pero que comprende los peligros que lo acechan; Kate Beckinsale y Jessica Biel aportan su incuestionable belleza, pero sus composiciones resultan más esquemáticas. Bryan Cranston y Bill Nighy se ven algo desaprovechados, sobre todo porque la trama se centra en la acción y parece despreciar las posibilidades de reflexión que ofrecía la idea original.
Con todo, se trata de una realización correcta, con detalles de ambientación sorprendentes y escenas de acción espectaculares, narradas con precisión. El problema es que a los filmes de ciencia ficción basados en novelas sustanciosas ("Fahrenheit 451", "Blade Runner", "Sentencia previa", "Inteligencia artificial"), suele pedírseles algo más. Y aquí parece haberse perdido una interesante oportunidad de volar un poco más alto.